En Buenos Aires hay muchos sitios raros, con nombres raros y funciones destacadísimas. Como por ejemplo, el apeadero Gombrowicz. Muchos se estarán preguntando qué es un apeadero, porque para mí también fue un descubrimiento inesperado, fruto de mi andar en moto por la ciudad y de estacionar en lugares culturales por excelencia como es el contorno del edificio de la Biblioteca Nacional que se encuentra sobre Avenida Las Heras. En esta manzana, enorme, despejada, en medio de una barranca y llena de cultura, hay una pequeña construcción que sobresale frente a la Plaza del Lector, allí se lee el nombre extraño y real : apeadero Gombrowicz. ‘Apeadero’ es una palabra que se usa muy poco por estos lares, pero el diccionario nos trae una definición para iluminarnos: sitio o punto del camino en que los viajeros pueden apearse (estarse de pie) y se caracteriza por ser un lugar cómodo para descansar. Los sinónimos que se indican, podrían adecuarse también a los vocablos: estación, alto, detención, andén, parada, parador y sigue la lista…

Lo cierto es que este parador con forma de arcada tuvo un inicial atractivo con la denominada “máquina del Bicentenario”, una especie de rockola que servía como dispenser de libritos impresos a escala de un atado de cigarrillos.

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